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Una década después de la crisis financiera de 2008, la economía mundial se mantiene sobre terreno poco firme y la “hiperglobalización” contribuye para aumentar las desigualdades, tanto en las economías industrializadas como en las demás.
Así lo admite la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en su informe anual, Trade and Development Report 2018, con el oportuno subtítulo “Poder, plataformas y la ilusión del libre comercio”.
Al contrario del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la UNCTAD es un singular organismo multilateral dedicado a los temas económicos, ofreciendo una perspectiva de la economía mundial menos comprometida con los intereses hegemónicos centrados en el eje Washington-New York-Londres-Bruselas.
Según el informe, a pesar de una mejora del panorama económico desde inicios de 2017, el crecimiento sigue espasmódico, con muchos países operando por debajo de sus potenciales, tendencia improbable de alterarse este año.
En palabras del secretario general de la UNCTAD, Mukhisa Kituyi:
“La economía mundial está nuevamente bajo tensión. Las presiones inmediatas se está acumulando en torno a la escalada de tarifas y de flujos financieros volátiles, pero por detrás de estas amenazas hacia la estabilidad global existe un fracaso más amplio –desde 2008- el de abordar las desigualdades y los desequilibrios de nuestro mundo hiperglobalizado” (UNCTAD, 26 de septiembre de 2018).
Concentración del poder económico
El informe asegura que el poder económico se está concentrando en un número cada vez menor de grandes empresas internacionales, y analiza los impactos del fenómeno en la capacidad de los países en desarrollo de su participación en el sistema de comercio internacional y de las nuevas tecnologías digitales.
Igualmente, observa: desde 2008, muchas economías avanzadas abandonaron las fuentes de crecimientos internos a favor de fuentes externas, demostrado por el desempeño de la eurozona, que de deficitaria se volvió una región superavitaria.
Sin embargo, afirma el documento, esto puede funcionar solamente con la explotación de las demandas domésticas de otros países y, entre los países dependientes de la demanda interna, muchos se están basando en una combinación de endeudamiento y burbujas de activos, en lugar de incentivar el crecimiento de los salarios. En cualquiera de los dos casos, el crecimiento es obstaculizado por una amenaza permanente de inestabilidad financiera.
La deuda y la desigualdad aumentan
Las mayores economías emergentes demuestran un desempeño mejor este año, y los exportadores de commodities pueden esperar mejoras, mientras los precios se mantuvieran relativamente estables. En el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur), con excepción de Rusia, el crecimiento de los demás miembros depende fuertemente de la demanda doméstica.
Sin embargo, lo mismo no pasa en otras economías emergentes. Con los riesgos aumentados de estrés y las líneas de fracturas financieras expandiéndose en varios países, la UNCTTAD prevé barruntos de tormenta hacia el frente.
Por ejemplo, el stock global de deudas llega a casi 250 billones de dólares -50% más que hace una década- equivalente a tres veces el PIB global. La mayor parte de este endeudamiento viene del sector privado, en particular, el corporativo, pero el crecimiento no se concentra en el campo de las inversiones productivas –desconexión que anticipa problemas.
“El creciente endeudamiento observado globalmente está estrechamente vinculado al crecimiento de la desigualdad”, plantea Richard Kozul-Wright, jefe de la División de Globalización y Estrategias de desarrollo de la UNCTAD y coordinador del Informe. Según él, “las dos tendencias están conectadas por el peso y la influencia crecientes de los mercados financieros –una característica definidora de la hiperglobalización”.
Empresas “superestrellas”
El comercio global sigue dominado por megaempresas, mediante su organización y control de cadenas globales de valor, verificándose que, en promedio, 1% de las empresas exportadoras responde por más de la mitad de las exportaciones de cada país.
La expansión de estas cadenas contribuyó a un rápido crecimiento del comercio internacional, desde mediados de la década de 1990 hasta la crisis de 2008, con el crecimiento más rápido dándose en los países en desarrollo, inclusive con un mayor volumen de comercio entre ellos.
No obstante, el informe demuestra que los países han sido obligados a aumentar los volúmenes de transacciones comerciales para generar el mismo ingreso que antes, y que gran parte de este comercio ha sido desigual y las ganancias favoreciendo a las empresas líderes, debido a una combinación de mayor concentración de los mercados y control de los activos intangibles.
Para las cadenas, el documento registra un declive general –con excepción de China- en la parte del valor agregado de las actividades manufactureras, además de un aumento de la proporción de actividades pre y pos-producción. Los rendimientos obtenidos en estas puntas de la cadena han tenido un efecto pronunciado en la distribución del ingreso en todos los países.
“Las empresas superestrellas son un fenómeno global y sus estrategias de búsqueda de ingreso (rent-seeking en el original) atraviesan fronteras”, dijo Kosul-Wright.
Rent-seeking en la jerga financiera es un término para describir estrategias “económicas” que privilegian manipulaciones políticas o sociales sobre el perfeccionamiento de los procesos productivos, fenómeno cada vez más común en el mundo de la “hiperglobalización”.
Tarifas y guerras comerciales
El informe llama la atención hacia las recientes vueltas de aumentos de tarifas, lo cual podría desembocar en guerras comerciales, con la amenaza de desestabilización de un sistema comercial crecientemente establecido alrededor de cadenas de valor, a pesar del crecimiento del comercio global, que en 2018, deberá ser similar al de 2017.
Sin embargo, los efectos negativos de cualquier escalada seria podrían aumentar la incertidumbre y reducir las inversiones, con consecuencias negativas a mediano plazo, la cuales podrían ser particularmente serias para los países que ya experimentan tensiones financieras.
Además, como las tarifas alteran la rentabilidad de las empresas en los sectores involucrados en el comercio, hay consecuencias en la distribución de los rendimientos y en la demanda, las cuales necesitan ser cuidadosamente evaluadas.
El informe incluye proyecciones que destacan los posibles riesgos y advierte:
“Después de décadas de experiencia de los límites del “libre comercio”, sería trágico abrazar el otro opuesto –una guerra tarifaria- en lugar de considerar lo que los gobiernos podrían hacer, mediante una coordinación política global, para evitar un continuo deterioro de la distribución del ingreso y de los empleos, qué está en la raíz de las más recientes crisis económicas.”
Fiascos
Para la UNCTAD, la “hiperglobalización” no resultó en un mundo ganar-ganar. Sin embargo, advierte, la respuesta no está en un nostálgico regreso al nacionalismo o en una insistencia en el apoyo al libre comercio.
De misma forma, plantea, el libre comercio mostró ser una hoja de parra ideológica, la cual ha reducido el espacio de acción política en los países en desarrollo y excluido sistemas de protección para los trabajadores y las pequeñas empresas, al mismo tiempo en que protege las inclinaciones de la actuación política de las grandes compañías.
En el mundo real, las guerras comerciales son síntomas de un sistema económico y de una arquitectura multilateral degradados, una enfermedad, un círculo vicioso de captura corporativa de política y desigualdades crecientes, donde el dinero es utilizado para ganancias de poder político y este poder es usado para hacer dinero, sentencia el documento.
Para el Dr. Kituyi:
“Presiones viejas y nuevas están pesando sobre el multilateralismo. En nuestro mundo interdependiente, las soluciones vistas desde dentro no ofrecen una salida. El reto es encontrar caminos que hagan funcionar el multilateralismo”
Para evitar una repetición de los errores de la década de 1930, durante la Gran Depresión, la UNCTAD sugiere un retorno a la Carta de la Habana de 1948, un intento inicial del establecimiento de un sistema de comercio multilateral administrado –es decir, la entidad admite implícitamente el fiasco del actual arreglo global centrado en la OMC.
Por lo menos, afirma el texto, sería necesario priorizar tres acciones. Vincular las discusiones comerciales a un compromiso con el pleno empleo y un alza salarial; reglamentar el comportamiento corporativo depredador; y garantizar espacio político suficiente para asegurar que los países individuales puedan administrar su integración al comercio global.
En esencia, lo que la UNCTYAD resalta es una necesidad de poner en el congelador la “hiperglobalización” –en la práctica una ruptura con las “reglas del juego” en vigor.
Imagen: Estrategia & Negocios